jueves, 29 de noviembre de 2012

La publicidad como tipo de texto

Los últimos días hemos estado analizando en clase la publicidad como tipo de texto, llegando a la conclusión de que, al igual que la de los literarios, su base es argumentativa. Ahora bien, partiendo de esto, la diferencia entre los textos literarios y los publicitarios es que, mientras los primeros generan emociones en el destinatario a partir de mecanismos nuevos de creación y transformación  los publicitarios utilizan las emociones universales como trampas para persuadir.

Ambos tipos de textos resultan pues, irregulares. La argumentación de la publicidad no se encuentra centrada en la razón, sino en los sentidos. La causa de esto puede ser que la publicidad se fundamenta en la competitividad y esta hace indispensable llamar la atención del destinatario con los mecanismos mas eficaces, esas sensaciones o deseos que todos tenemos.

Los publicistas ocupan gran parte de su tiempo en realizar estudios de mercado que les permitan conocer los a la gente, y más tarde, diseñan campañas con el objetivo de que emocionar al mayor numero de personas posible. El fin de un anuncio es que la gente que lo ve mientras lee el periódico, o se lo encuentra en la televisión, por muy distinta que sea, sienta algo que le concierna, impulsándole a adquirir productos o servicios determinados.

Siguiendo esta serie de razonamientos resulta lógico que los anuncios con los que nos bombardean cada día se encuentren repletos de falacias. Argumentos que a simple vista parecen convincentes pero que si los analizamos con detenimiento resultan tramposos.

Un ejemplo de anuncio falaz:



La falacias que podriamos encontrar son:


  • Post hoc, también llamado correlación coincidente o causalidad falsa. Es un tipo de falacia que afirma o asume que si un acontecimiento sucede después de otro, el segundo es consecuencia del primero.
En el anuncio quiere hacernos deducir que el hecho de que todos los hombres la miren, a excepción del ultimo, es causado por llevar ropa de la marca.

  • Generalización apresurada, muestra sesgada o Secundum quid, falacia que se comete al inferir una conclusion general a partir de una prueba insuficiente.
Todos los hombres se giran, menos el ultimo. Se pretende implicar que la ropa llamara la atención de todos los hombres, salvo los homosexuales.

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